JESTELLA HPSSC



con cariño: EPV
El equipo de PV creamos este Blogger, como un medio  para compartir información y algunos materiales. Esperamos sus comentarios, sugerencias y experiencias.

¿QUÈ ES JESTELLA?

Un grupo de jòvenes que juntos, buscamos el querer de Dios en nuestra vida.

  

JESTELLA= Jesús te llama

En Jestella buscamos juntos lo que Dios quiere de nosotros… y hacia donde dirigimos nuestras vidas.




  "NO LO PIENSES MÀS... SÈ PARTE DE JESTELLA"

      
 ¿Qué hacemos en Jestella?



Oramos..."Orar, es hacer lo que un niño
 junto a su Padre que le quiere tanto".


Servimos...“Jesús nos da algo 
más grande que la copa 
del mundo,pero necesitamos  
 entrenarnos…”




  


Nos divertimos!!
Jesùs es el hombre màs feliz que 
ha pisado la tierra.
Y queremos ser jòvenes con un corazòn como el de Jesùs...
          
 









    


"LA VOCACIÒN ES UN MISTERIO PROFUNDO NO FÀCIL DE COMPRENDER" Papa Francisco.



  IMAGENES DE NUESTRO QUERIDO FUNDADOR:
 








vocaciones hpssc 

UN PERFIL DE JESUS MAESTRO
Marta Del Carmen Córdova Peredo
 
Sergio Zañartu describiendo la personalidad y actuación de Jesús afirma que fue un personaje de incomparable originalidad. Su enseñanza revela una mente que procedía con agilidad, sin rodeos, que daba en el clavo sin prodigar palabras. Tiene una percepción imaginativa de la maravilla y belleza de la naturaleza, y de la unidad entre la naturaleza y el hombre, bajo la solicitud del Creador de ambos.

Es un espíritu de temple poético. Siempre piensa y habla en imágenes y cuadros concretos. Observación atenta de la vida diaria, incluso a veces con cierto acento irónico. En algunas ocasiones adopta la forma de una aparente reducción de asuntos trascendentales al nivel de lo trivial. Parece haber sido muy del estilo de Jesús dejar que las personas sacaran conclusiones por sí mismas. Gran sentido común. También usa una serie de imágenes totalmente diferentes y de mucha fantasía tomadas de la apocalíptica. Característica distintiva de Jesús es el realismo de las parábolas. Se interesó sinceramente y con ternura por las personas, especialmente por los enfermos y por los desesperanzados.

Viendo todo lo referido a la persona y a las enseñanzas de Jesús recogidas por los cuatro evangelistas, se puede realizar un perfil del maestro en marcado por los siguientes rasgos: Jesús es un Maestro que enseña con autoridad: Los tres sinópticos coinciden en mostrar que Jesús no sólo enseñaba, sino que, además, lo hacía con autoridad. Su hablar despertaba en las personas una sed interior y, como señala Jorge Cury, “aunque fuese un carpintero de Nazaret y anduviese y se vistiese de modo simple, sus oyentes quedaban impresionados con su elocuencia. Su hablar era tan cautivante que las multitudes lo buscaban quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad plena. Las expresiones utilizadas por Lucas y Marcos en forma interrogativa “¿Qué es esto?” o “¿Quién es este?”, de Mc 4, 41, sumadas a las actitudes de los oyentes “asustados” o “admirados”, como por ejemplo en Mt 7, 28 hacen referencia no tanto al estupor provocado por la transmisión de un conocimiento novedoso de tipo intelectual, sino más bien a una experiencia singularmente intensa de esos testigos que se percatan del poder del Espíritu que actúa en Jesús29 . “Llegan a Cafarnaúm y al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mc 1,21-22). Como señala Sergio Zañartu, Jesús enseña como un rabí y le rodea un círculo de discípulos. Pero no es un teólogo de profesión sino que habla sencilla y concretamente. Enseñaba con autoridad (Mc 1, 22.27), como si sacara su conocimiento de su relación directa con Dios30.

Maestro que enseña con rectitud

En los tres sinópticos aparece atestiguado que tanto sus seguidores y especialmente sus adversarios saben que Jesús enseña y lo hace con franqueza y rectitud. En Mc 12,13-14 encontramos: “Y envían hacia él algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra. Vienen y le dicen: Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios». Y en Lc 20,20-21: Quedándose ellos al acecho (los escribas y sumos sacerdotes que aparecen en el versículo 19, le enviaron unos espías, que fingieran ser justos, para sorprenderle en alguna palabra y poderle entregar al poder y autoridad del procurador. Y le preguntaron: «Maestro, sabemos que hablas y enseñas con rectitud y que no tienes en cuenta la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios»31.

Encuentro con Promotoras septiembre 2017
La gente reconoce que Jesús enseña con autoridad; autoridad fundamentada en que era creíble y se podía confiar plenamente en Él, porque no había dobleces en su forma de ser. Por tanto, podemos afirmar con toda certeza que
Jesús es un Maestro que enseña con sinceridad y franqueza y que en Él nunca hubo engaño o falsedad: “el no cometió pecado ni en su boca se encontró engaño” (2 Pe 2,22). Jesús convive con sus discípulos y les enseña con su ejemplo y testimonio de vida Jesús es el modelo y el punto de referencia de la comunidad y muy especialmente de su discípulos. Él es quien señala el rumbo a seguir. Sus actitudes lo constituyen en un signo del Reino, porque transparenta y encarna el amor de Dios y lo revela. Jesús es una persona significativa para sus discípulos y dejará en ellos una huella imborrable. Durante sus años de ministerio público acompaña a sus discípulos, convive con ellos, come con ellos, camina con ellos, se alegra con ellos, sufre con ellos.

Con esta convivencia diaria los va formando y los instruye para la misión. Desde el comienzo de la llamada Jesús los implica a los discípulos en la misión (Lc 9,1-2; 10,1). De dos en dos, deben anunciar la llegada del Reino (Mt 10,7; Lc 10,1.9). Han de curar a los enfermos (Lc 9,2), expulsar a los demonios (Mc 3,15), anunciar la paz (Lc 10,5; Mt 10,3) y orar por la continuidad de la misión (Lc 10,2). Infinidad de pequeños gestos reflejan como Jesús se hacía presente en la vida de los discípulos. En el estilo de ser y de convivir, de relacionarle con las personas, de situarse frente al pueblo y de atender a los que se le acercaban, Jesús deja de manifiesto una serie de cualidades y actitudes que hacen de Él un maestro singular, que reúne en plenitud unas características que encontramos expresadas en los evangelios.
Es una persona de paz, que inspira paz y reconciliación: «¡La Paz esté con vosotros!» (Jn 20,19; Mt 10, 26-33; Mt 18, 22; Jn 20, 23; Mt l6, 19; Mt l8, 18).
Es una persona libre y liberada, que despierta libertad y liberación: «¡El hombre no fue hecho para el sábado sino el sábado para el hombre!» (Mc 2,27; 2, 18.23).

Es una persona de oración. 
Se le ve orando en todos los momentos importantes de su vida y es capaz de despertar en los otros el deseo de orar: «¡Señor, enséñanos a orar!» (Lc 11, 1-4; Lc 4, 1-13; 6, 12-13; Jn 11, 41-42; Mt 11, 25; Jn 17, 1-26; Lc 23,46; Mc 15,34).
Es una persona cariñosa, que inspira respuestas de amor: (Lc 7,37-38; 8, 2-3; Jn 21,15-17; Mc 14,3-9; Jn 13,1).
Es una persona acogedora, que está siempre presente en la vida de los discípulos y los recibe con agrado cuando vuelven de la misión (Lc 10,7).
Es una persona misericordiosa, mansa y humilde, que invita a los pobres: «¡Venid todos a mi» (Mt 11,28).
Es una persona realista y observadora, que despierta la atención de los discípulos hacia la realidad de la vida por medio de las Parábolas (Lc 8,4-8).
Es una una persona atenta, preocupada por la alimentación de los discípulos (Jn 21, 9), que cuida hasta de su descanso y que desea estar a solas con ellos para que puedan descansar (Mc 6, 31).
Es una persona preocupada por la situación del pueblo, capaz de olvidar su propio cansancio cuando se da cuenta de que el pueblo le busca (Mt 9,36-38).
Encuentro con Promotoras septiembre 2017
Es una persona que se relaciona con sus discípulos como un amigo, que lo comparte todo con ellos, incluso el secreto del Padre (Jn 15, 5).
Es una persona comprensiva, que acepta a los discípulos como son, incluso cuando huyen, lo niegan o lo traicionan (Mc 14, 27-28; Jn 6, 67).
Es una persona comprometida con sus seguidores, que defiende a sus a migos cuando son atacados por los adversarios (Mc 2,18-19; 7, 5-13)32.
Además de estos rasgos que esbozan la figura de Cristo Maestro, se pueden señalar otras cualidades que resultan muy significativas e iluminadoras para nuestro servicio pedagógico y pastoral. Nos referimos particularmente a la sabiduría y a la paciencia como dos virtudes primordiales, que se desprenden de la práctica y de las enseñanzas de Jesús.

Jesús es un Maestro sabio
Es un dato conocido que Jesús causaba extrañeza en quienes lo escuchaban, ya que no se explicaban de dónde le provenía esta sabiduría: “Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga y mucha gente lo escuchaba con estupor. Se preguntaban: «¿De dónde le viene todo esto? ¿Y qué pensar de la sabiduría que ha recibido, con esos milagros que salen de sus manos?» (Mc 6, 1- 3). A veces nos podemos imaginar que Jesús era un sabio a la manera que entendemos hoy día como un intelectual, pero era imposible, que así fuera en tiempos de Jesús, vecino de una aldea desconocida y pobre como Nazaret. No, no era fácil asegurarle a un niño una instrucción formal.

Los historiadores dudan de que Nazaret, apenas un caserío de unos 400 habitantes, hubiera tenido una sinagoga convencional como ocurría en otros poblados, y menos con escuela anexa, como solía ocurrir en lugares de mayor importancia. En estos pueblos de cultura oral, la gente tenía una gran capacidad de retener en su memoria cantos, oraciones y tradiciones populares, que se retransmitían de padres a hijos. En este tipo de sociedad se puede ser sabio sin dominar la lectura ni la escritura. Probablemente así fue Jesús33. Él no frecuentó escuela alguna, no estudió letras, pero fue el Maestro de los maestros en la escuela de la vida. Jesús Maestro es una persona sabia que conoce la fragilidad del ser humano, sabe lo que pasa en su corazón y, por esto, insiste en la vigilancia y nos enseña a orar (Lc 11, 1-13; Mt 6, 5-15).

Jesús es un Maestro paciente
Examinando los evangelios encontramos al menos una referencia explícita en la que Jesús se coloca a sí mismo como un ejemplo a seguir: «Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso» (Mt11, 28). Como Maestro paciente se adapta al caminar lento y sinuoso de sus discípulos. Se adapta también a su gradual aprendizaje, con sus altos y bajos naturales, para quienes emprenden un camino totalmente nuevo. Paulatinamente los lleva a la luz, pasando por la oscuridad y las resistencias humanas que encontraba en aquellos hombres rudos e impetuosos, que en más de una ocasión querían hacer las cosas a su manera o solucionar las dificultades y conflictos recurriendo a sus propios recursos.

Encontramos algunos pasajes del evangelio que reflejan claramente esta realidad, como por ejemplo, cuando Jesús envió a sus discípulos a prepararle alojamiento a una ciudad de samaritanos y éstos no lo quisieron recibirle, porque se dirigía a Jerusalén, “Santiago y Juan, que vieron esto, le dijeron: Señor, «¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?» (Lc 9,54). Y también cuando Jesús es arrestado en el huerto de los olivos hubo quien lo quiso impedir utilizando la espada: «Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha» (Jn18, 10). Con su capacidad de dialogar y escuchar a su interlocutor, Jesús se comunicaba proponiendo, no imponiendo. Sabía esperar el tiempo de sus discípulos, que muchas veces no estuvieron a la altura de las circunstancias. Su propuesta, sin embargo, era de la del Padre Dios: una vida más humana para todos, como expresión de un amor sin reservas de Dios por toda la humanidad, sin acepción de personas.
Todos fueron invitados a acoger esta propuesta de vida buena. A nadie se le impuso, acogiendo y respetando el proceso personal, con sus avances y sus retrocesos, de cada uno de sus discípulos, que lo acompañaron en su itinerario y en su proyecto de vida y misión.

Jesús es un Maestro que escucha y dialoga
En su cultura oral, Jesús aprendió la indispensable actitud de la escucha. Escuchó la Palabra de Dios a partir de la transmisión familiar, recibida desde pequeño y la siguió escuchando toda su vida, fiel a ese insistente llamado del Dios a su pueblo: «Escucha Israel». El evangelista Lucas sitúa a Jesús en medio de los doctores de la ley “escuchándoles y haciéndoles preguntas” (Lc 2, 4). Tal como aprendió a escuchar a su Padre Dios, asimismo Jesús supo escuchar cordialmente quienes entraban en contacto con Él. Podría decirse que Jesús todo lo que sabía del ser humano lo aprendió escuchando a las personas34. Jesús es el Maestro que conoce y ama personalmente a sus discípulos y, como consecuencia, los entiende y respeta, les invita a pensar y se abre al diálogo. Lo vemos reflejado admirablemente en las parábolas, que pueden ser consideradas como verdaderos elementos de diálogo, ya que por medio de la reflexión, buscan un cambio de visión y de comportamiento. Jesús cultivó muy bien el arte de dialogar y escuchar a sus discípulos. Sabía hacer las preguntas adecuadas a cada persona, lo cual refleja cómo sabía prestar atención a cada situación particular. Preguntas que los enseñaron a mirar la vida de otra manera.
A sus discípulos, hombres simples, les enseñó con interrogantes sencillos a plantearse cuestiones vitales y profundas. Cuando se disputaban quienes serían dignos de ser elegidos los primeros en el Reino: “Santiago y Juan se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que no concedas lo te vamos a pedir». Él les dijo: «¿Qué quieren de mí?» (Mc 10, 35); también Mateo recoge la escena la conversación que continúa: ¿Pueden ustedes beber la copa que yo tengo que beber?» (Mt 20, 22).
La pregunta abre un diálogo, que espera una respuesta, una palabra del otro, y esta actitud implica respetar y confiar en la capacidad de reflexión, de construir y expresar una respuesta por parte del quien escucha. Para finalizar este apartado y enriquecer estas consideraciones en torno a las características más representativas de la figura de Jesús como Maestro, queremos hacer alusión a un hermoso pasaje de la Encíclica de Benedicto XVI sobre la virtud de la Esperanza, porque es un aporte muy valioso para los educadores en la fe en los contextos actuales en los que estamos invitados a encontrar el verdadero sentido de la vida y a mostrar a Jesús como el auténtico Maestro que enseña con sabiduría el arte de vivir.
Dice el Papa: ” En los antiguos sarcófagos se interpreta la figura de Cristo mediante dos imágenes: la del filósofo y la del pastor. En general, por filosofía no se entendía entonces una difícil disciplina académica, como ocurre hoy. El filósofo era más bien el que sabía enseñar el arte esencial: el arte de ser hombre de manera recta, el arte de vivir y morir.
 
Encuentro con Promotoras septiembre 2017

Ciertamente, ya desde hacía tiempo los hombres se habían percatado de que gran parte de los que se presentaban maestros de vida, no eran más que charlatanes que con sus palabras querían ganar dinero, mientras que no tenían nada que decir sobre la verdadera vida. Esto hacía buscar con más ahínco a quien supiera indicar verdaderamente el camino de la vida. Tanto las personas cultas como las sencillas encontraron a Cristo: Él nos indica el camino y este camino es la verdad. Él indica también el camino más allá de la muerte. Él es un verdadero Maestro de vida.

Material proporcionado por "Makua"... en la reuniòn de Promotoras Vocacionales HP
APRENDIZAJE SIGNIFICATIVO EN LA EDUCACION
Carl Rogers, El proceso de convertirse en persona.  


Creo estar en lo cierto al afirmar que también los educadores se interesan por un aprendizaje distinto. El simple conocimiento de hechos no deja de tener su valor; por ejemplo, el individuo que sepa quién ganó la batalla de Poltava, o bien cuándo se ejecutó por primera vez el opus enésimo de Mozart puede llegar a ganar 64.000 dólares. No obstante, pienso que, en general, los educadores no pueden sentirse satisfechos al pensar que la adquisición de este tipo de conocimientos constituye la educación. Esto me recuerda la categórica afirmación de un profesor de agronomía que tuve durante mi primer año en la universidad. Todo lo que aprendí en sus clases se ha desvanecido por completo, pero recuerdo que, durante la Primera Guerra Mundial, comparó el conocimiento de datos con las municiones y coronó su pequeño discurso con la siguiente exhortación: "¡No seas vagón de municiones; sé un rifle!" Pienso que la mayoría de los educadores coincidirán en que el conocimiento existe fundamentalmente para que se lo utilice.

En la medida en que los educadores se interesen en aprendizajes funcionales, innovadores, que impregnen a la persona en su totalidad y modifiquen sus actos, harán bien en recurrir a la psicoterapia en busca de ideas directrices. La posibilidad de adaptar a la educación el proceso de aprendizaje que se produce en la psicoterapia parece prometedora. 


LAS CONDICIONES DEL APRENDIZAJE 


Veamos cuáles son las condiciones esenciales que posibilitan el aprendizaje que se desarrolla en la terapia. Quisiera detallar, con toda la claridad de que soy capaz, las condiciones que parecen cumplirse toda vez que se verifica este fenómeno. 


Frente a un problema

El primer término, el cliente encara una situación que percibe como un problema serio y significativo: ve que actúa de maneras que no puede controlar, está abrumado por confusiones y conflictos, su matrimonio fracasa, o bien no se siente feliz en el trabajo. En otras palabras, se halla frente a un problema que ha tratado de manejar, pero no ha podido hacerlo; en consecuencia, está ansioso por aprender, aunque al mismo tiempo teme descubrir en sí mismo cosas que lo perturben. Por todo ello, una de las condiciones casi siempre presentes es un deseo inseguro y ambivalente de aprender o cambiar, que surge de la dificultad del individuo al enfrentar la vida. 


Coherencia


Si ha de ocurrir un cambio, parece imprescindible que el acompañante-sea una persona unificada, integrada o coherente en la relación. Esto significa que debe ser exactamente lo que es, y no un disfraz, un rol, una simulación. 


Para referirme a esta correspondencia adecuada entre experiencia y apercepción he elegido el término "coherencia". El acompañante sólo puede ser totalmente congruente en cuanto advierte con precisión lo que experimenta en ese momento de la relación; a menos que posea un considerable grado de coherencia, es difícil que se verifique en su cliente un aprendizaje significativo.


 A pesar de que el concepto de coherencia, en realidad es muy complejo, pienso que todos reconocemos esta condición de manera intuitiva y por nuestro sentido común en los individuos con quienes vivimos día a día. En un caso sabemos que lo que cierta persona dice no sólo significa lo que está diciendo, sino que además sus sentimientos "Corresponden precisamente a lo que está expresando. 


Así, cuando esa Persona se muestra enojada, afectuosa, avergonzada o entusiasmada, sabemos que lo está en todos los niveles: en el nivel organismo, en su apercepción consciente, en sus palabras y mensajes. Más aún, advertirnos que acepta sus sentimientos inmediatos. También podemos preguntarnos si él sabe lo que siente en realidad, puesto que advertimos que no reconoce los sentimientos que está experimentando en su interior. Debe ser él mismo libre y profundamente y aceptarse tal como es; la experiencia real de sus sentimientos debe corresponder a una apercepción exacta de esos sentimientos y reacciones a medida que se manifiestan y cambian.




Respeto positivo e incondicional


La tercera condición reside en el hecho de que el acompañante debe experimentar un interés cálido hacia el cliente -un cuidado no posesivo, que no exija gratificación personal-. Es una atmósfera que simplemente demuestra que "Me preocupo", y no que "Me preocuparé por usted si se comporta de tal o cual manera". Standal  ha declinado a esta actitud “respeto positivo e incondicional", puesto que no incluye condiciones de valor; a menudo he empleado el término "aceptación” para referirme a este aspecto del clima terapéutico. Implica tanto la aceptación de las expresiones: de sentimientos "malos", dolorosos, temerosos y anormales por parte del diente, como la de los sentimientos "buenos", positivos, maduros, seguros y sociables. Supone la aceptación del cliente y la preocupación por él como Persona diferente, la aceptación de sus propios sentimientos y experiencias y de los significados personales que distribuye a estos últimos.



 Comprensión empática

La cuarta condición del acompañante consiste en que el asesor debe experimentar una comprensión precisa y empática del mundo del cliente, tal como éste lo ve desde su propio interior. La empatía, condición esencial de la terapia, supone sentir el mundo privado del diente como si fuera el propio, pero sin perder en ningún momento la cualidad de "como si". El acompañante debe ser capaz de sentir el enojo, temor o confusión del cliente como si fueran propios, pero sin asociarlos con su propio enojo, temor o confusión. 



Cuando el acompañante capta con claridad el mundo del otro y se desplaza en él libremente, puede comunicarle su comprensión de lo que el cliente ya sabe y transmitirle también los significados de su experiencia que éste mismo ignora. 


Quinta condición

La última condición del aprendizaje significativo en la terapia reside en que el cliente debe experimentar o percibir, al menos en cierta medida, la coherencia, aceptación y empatía del acompañante. No basta con que esas condiciones existan; es imprescindible lograr comunicarlas al cliente. 


EL PROCESO DE APRENDIZAJE

De acuerdo con nuestra experiencia, cuando existen estas cinco condiciones, se produce inevitablemente un cambio. Las percepciones inflexibles que el cliente tiene de sí mismo y de los demás se relajan y se abren a la realidad. Revisa sus interpretaciones rígidas del significado de su experiencia, cuestiona muchos "hechos" de su vida y advierte que son meros "hechos" porque así los ha considerado él. Descubre sentimientos antes ignorados y los experimenta, a menudo vívidamente, en la relación terapéutica. De esta manera aprende a abrirse más a toda su experiencia y a aceptar las pruebas internas y externas de ésta. Aprende a ser su experiencia, a ser los sentimientos que ha temido así como los que ha considerado más aceptables. Llega a ser una persona más fluida, que cambia y aprende. 



La clave del cambio

En este proceso no es necesario que el acompañante "motive" al cliente ni le proporcione la energía que origina el cambio. Tampoco el cliente aporta la motivación, al menos conscientemente. Digamos que la motivación para el aprendizaje y el cambio surgen de la tendencia autorrealizadora de la vida misma, de esa inclinación del organismo a fluir en todas las direcciones de desarrollo potencial, en la medida en que estas experiencias sean enriquecedoras.

Por consiguiente, me limitaré a finalizar esta descripción de la terapia afirmando que el aprendizaje significativo que se produce cuando se cumplen las cinco condiciones siguientes:

  1. Cuando el cliente se encuentra frente a un problema serio y significativo.
  2.  Cuando el acompañante es en la relación, una persona coherente. alguien capaz de   ser lo que es.
  3. Cuando el acompañante siente respeto positivo e incondicional hacia el cliente.
  4. Cuando el acompañante experimenta una comprensión empática adecuada del mundo privado del cliente y se lo comunica.
  5.  Cuando, en cierta medida, el cliente experimenta la coherencia, aceptación y empatía del terapeuta.

 IMPLICACIONES PARA LA EDUCACION
¿Qué significan estas condiciones en relación con la educación? Sin duda, por su propia experiencia, el docente estará mejor capacitado que yo para responder esta pregunta, pero igualmente trataré de sugerir algunas aplicaciones. 



El contacto con problemas
 En primer lugar, las condiciones enunciadas implican que el aprendizaje significativo o trascendente se produce con mayor facilidad cuando el individuo se enfrenta con situaciones que son percibidas como problemas. Todas las personas que acuden a los talleres o a los cursos de divulgación están en contacto con problemas que reconocen como tales. El estudiante que sigue los cursos universitarios habituales, y sobre todo los cursos obligatorios, tiende a encararlos como una experiencia en la que ha de permanecer pasivo o insatisfecho. O bien ambas cosas a la vez; es decir, vive una experiencia que, a su juicio. No guarda relación alguna con sus propios problemas.
Sin embargo, he aprendido que cuando los estudiantes universitarios ven en el curso una experiencia que puede servirles para resolver problemas que les preocupan o interesan, hay una asombrosa sensación de libertad un verdadero progreso. Esto se aplica tanto a cursos de matemática como a los de psicología de la personalidad. Esta implicación general presenta varios aspectos, que examinaremos en las secciones siguientes. 



La autenticidad del docente
 Al parecer, la coherencia del docente facilita el aprendizaje. Esto significa que aquél debe ser la persona que es, advertir con claridad las actitudes que adopta y aceptar sus propios sentimientos.
De esa manera, llega a ser una persona real en su relación con sus alumnos; una persona que puede enojarse, pero también ser sensible o simpática. Puesto que acepta sus sentimientos como suyos, no necesita imponerlos a sus alumnos ni tratar de que sientan del mismo modo. Es una persona, no la materialización sin rostro de una exigencia del programa de estudios, ni un conducto estéril a través del cual se transmiten conocimientos de una Generación a otra. 


Aceptación y comprensión
Otra implicación para el maestro es que, el aprendizaje significativo solo puede producirse si el docente es capaz de aceptar al alumno tal como es y comprender sus sentimientos. Tal como indican las condiciones tercera y cuarta antes enunciadas, el docente capaz de aceptar cálidamente al alumno, sentir respeto positivo e incondicional y empatizar con los sentimientos de miedo, inquietud y desilusión implícitas en el descubrimiento del material nuevo, habrá recorrido un buen trecho del camino que conduce al cumplimiento de las condiciones del aprendizaje.





Provisión de recursos
Este aspecto nos lleva a una nueva implicación de la psicoterapia en el terreno de la educación. En la terapia, los recursos para aprender a conocerse residen en el propio cliente; son muy pocos los datos útiles que el acompañante puede aportar, ya que éstos pertenecen al individuo mismo. Ello no es así en la educación, donde la materia prima está constituida por muchos recursos distintos: conocimientos, técnicas y teorías. En términos de terapia, pienso que estos materiales o recursos deberían ponerse a disposición de los alumnos, pero no imponerse a ellos. Para esto es necesario un amplio espectro de ingenuidad y sensibilidad. No es necesario mencionar los recursos pedagógicos habituales: libros, mapas, cuadernos, materiales, grabaciones, lugar donde trabajar, instrumentos, etcétera. Ocupémonos momentáneamente del modo en que el docente se usa a sí mismo -, emplea su conocimiento y experiencia como recursos.
Si se halla en condiciones de aceptar el punto de vista recién descrito, tal vez desee ponerse a disposición de su clase de alguna de estas maneras: Un educador con esas características querría que sus alumnos sepan que él posee conocimientos y una experiencia especial en un campo de estudio determinado y que tales recursos se hallan a disposición de ellos; sin embargo, no querría que los estudiantes sintieran que deben usarlos necesariamente de la misma manera en que él los emplea. Les haría saber que su propia manera de pensar en ese campo, así como también su organización de él están a su alcance, aun en la forma de conferencias, si así lo desean. Esto es un ofrecimiento, no una obligación, y los estudiantes pueden aceptarlo o rechazarlo, según sus necesidades. Se esforzaría por lograr que la cualidad de su relación con el grupo le permita manifestar libremente sus sentimientos, sin imponerlos ni convertirlos en una influencia restrictiva sobre los alumnos. Así podría compartir la excitación y el entusiasmo de su propio aprendizaje, sin procurar que los estudiantes sigan sus pasos, o bien los sentimientos de desinterés, satisfacción, contrariedad o placer que les inspiran las actividades individuales o grupales, evitando que esto se convierta en una forma de coerción para el alumno.


 La motivación básica
Debemos comprender que la actitud descripta se apoya en una confianza básica en la tendencia autorrealizadora de los estudiantes. La hipótesis de trabajo de este educador es que, cuando se hallan en contacto real con los problemas de la vida, los alumnos desean aprender, crecer, descubrir y crear. Su función, pues, consistiría en desarrollar una relación personal con los educandos y en crear en el aula un clima tal que permita el desarrollo de esas tendencias naturales. 


Resultados probables

Si pensamos en cambios tan drásticos como los que he intentado describir, cabe preguntarse si obtendríamos resultados que nos permitieran confirmar nuestros puntos de vista. En general, según estos trabajos, podemos decir que en las situaciones donde al menos se intenta crear el clima descripto, los hallazgos son los siguientes:

       el aprendizaje de hechos y del programa de estudios es aproximadamente igual al de las clases convencionales, en algunos casos mayor, en otros menor.

       En relación con el grupo convencional, el de enseñanza centrada en el alumno logra un grado más elevado de adaptación personal, un mayor aprendizaje independiente de temas que no forman parte del programa, y más creatividad y responsabilidad de sí mismo.



Considerando los propósitos, las siguientes ideas bien puede figurar:

       Mi experiencia me dice que no puedo enseñar a otra persona cómo enseñar.

       Pienso que cualquier cosa que pueda enseñarse a otra persona es relativamente intrascendente y ejerce poca o ninguna influencia sobre la conducta.

       He llegado a sentir que el único aprendizaje que puede influir significativamente sobre la conducta es el que el individuo descubre e incorpora por sí mismo.

       El aprendizaje basado en el propio descubrimiento, la verdad incorporada y asimilada personalmente en la experiencia, no puede comunicarse de manera directa a otro.

       Me enriquece aprender, ya sea en grupos, en relaciones con otra persona -como en la terapia o por mi propia cuenta.

       Pienso que una de mis mejores maneras de aprender -pero también una de las más difíciles consiste en abandonar mis propias actitudes de defensa, al menos temporariamente, y tratar de comprender lo que la experiencia de la otra persona significa para ella.

       Otra de mis maneras de aprender consiste en plantear mis propias incertidumbres, tratar de esclarecer mis dudas y acercarme así al significado real de mi experiencia.

       Todo este conjunto de experiencias y los significados que hasta ahora he descubierto en él parecen haberme lanzado a un proceso fascinante, que a veces me inspira temor.

       Consiste en dejarme llevar por mi experiencia, en un sentido que parece ser progresivo, hacia objetivos que apenas puedo discernir, mientras trato de comprender al menos el sentido básico de esa experiencia.

       Tengo una sensación de flotar en la compleja corriente de la experiencia con la posibilidad fascinante de comprender su complejidad siempre en transformación.


A continuación te encontrarás  videos del canal Jestella hpssc. Son de semanas vocacionales, jornadas y cantos rubrica entre otros. Espero te gusten.


























Comentarios

  1. Ánimo! Lo importante en esto es mantener la información fresca...sé que podrás hacerlo jeje! Un abrazo...en lo que pueda ayudar...aquí estoy! Tarde pero sin sueño...jaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. siiii. muchas gracias he!! ya vi que hay posibilidad de que haya otras personas que compartan material no sòlo yo. Necesito buscar como es eso y luego te digo he! muchas gracias!

      Eliminar

Publicar un comentario